Ante la incertidumbre

La situación es grave, para qué negarlo. Los dirigentes del mundo industrializado ensayan propuestas a uno y otro lado del Atlántico sin mucha fortuna. Donde gobiernan partidos conservadores los progresistas de la oposición dicen que tienen la solución para resolver la crisis, donde gobiernan partidos progresistas son los conservadores quienes afirman tener la solución. Lo cierto es que quien gobierna es la incertidumbre

Quiebra, deuda, insolvencia, malestar social son los nubarrones de una tormenta que aún no se sabe muy bien su intensidad o duración. Los profetas y los analistas han fracasado, lo que hace unos meses se veía como solución (medidas de gasto público para reactivar la economía) se ven ahora como la causa del nuevo problema: endeudamiento. Algunos economistas afirman que el endeudamiento puede ser la solución, otros sin embargo lo consideran como el peor de los tumores, que compromete el futuro, la inversión, el desarrollo.

El desconcierto también está en la calle. Ahí están las voces que no pueden ser canalizadas de otra manera. Los políticos han perdido crédito. El desconcierto y la incertidumbre parece que toman cada día mayor espacio público. Se habla de mercados como un fantasma amenazante que ataca sigilosamente y es capaz de devorar en un día el valor de bienes acumulados durante años. Los inmuebles no paran de bajar de precio, las acciones de las compañías más sólidas del IBEX cotizan muy por debajo de lo que cotizaban hace años, la inversión en fondos de pensiones apenas consigue mantener sus valores nominales, el IVA sube.

Esto son los datos, oscuros y amenazadores, que de manera vertiginosa aparecen en los medios de comunicación. Pero detrás de las siglas hay personas, hay historias, hay dramas.

¿Y ahora qué?

Yo, evidentemente no soy ningún profeta y no me gustaría equivocarme, pero lo cierto es que nos ha tocado vivir un momento de volatilidad e incertidumbre como muy pocos de la Historia. Como digo detrás de todos los titulares se encuentran personas que sufren, muchos han perdido sus trabajos o sus casas. Estamos en crisis y además en una situación crítica. La experiencia histórica no es halagüeña. Momentos como estos se han “resuelto” mediante la violencia colectiva, global y aniquiladora. Estamos a tiempo de reflexionar y de implicarnos para que no se vuelvan a repetir ese tipo de “soluciones”.

Ahora, más que nunca, tenemos que hacer uso del valor creativo y resolutivo de la palabra. Más que nunca. Nos jugamos mucho.

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6 Comments

  1. Jorge Rodriguez

    Sr. Serrano

    Lo leo con interés aunque me gustaría que Ud., que tanto reflexiona en sus escritos, lo hiciera con más asiduidad. No es justo que no podamos disfrutar de sus reflexiones cuando Ud. es el patrono fundador de un museo que antepone la palabra como herramienta para la comprensión. Entiéndalo como un mensaje de admiración.

    Sobre su escrito de hoy, creo que se equivoca. Creo que la palabra aquí ha hecho mas daño que nada ya que la retorica, en España en particular, se ha utilizado para engañar al ciudadano mientras la estructura del bienestar se desgasta a marchas forzadas. Segundo, dudo mucho, muchísimo que su reseña histórica con respecto de como las crisis como la que estamos atravesando ahora, desemboque en violencia. Me parece un mensaje fatalista basado en reseñas históricas infundadas. Ahora Ud., si se está refiriendo a los cambios geopolíticos que generará esta crisis y que puedan desembocar en algún tipo de conflicto, es una posibilidad, muy remota, remotísima, pero es una posibilidad. De todas formas, creo que hay demasiado en juego y mucho aprendido como para lanzarse ahora a resolver los problemas económicos con violencia. No cree?
    Escriba con más asiduidad Sr. Serrano ya el dialogo que genera es siempre necesario

  2. Me ayudan, y mucho tus comentarios. Que me resultan muy interesantes para comprender ciertas cosas y sobre todo para comprenderme a mí.

    Tienes mi agradecimiento, mi afecto y mi admiración.

  3. olga

    Quizás toca un poco de silencio …

    A los que amamos la palabra, nos duele también la poca conciencia social que hay respecto a ella, su poder, su uso y su abuso. Los que amamos la palabra, sabemos que solo suena bella en medio de mucho silencio,como la música y la poesía, sin ruidos adjetivados ni pronombres justificantes y acusatorios.

    Quizás nos toca un poco de introversión personal y social, un poco de silencio para escucharnos, un poco de oscuridad para ver alguna luz. Quizás todos estos cambios sean una oportunidad para entendernos sin palabras y hablar desde el corazón.

    olga

  4. Marta

    Sr Serrano:
    Gracias por sus comentarios, sus reflexiones y su actividad, que tan positiva resulta. Coincido plenamente con usted en la palabra incertidumbre, y en el temor a que esto desemboque en un conflicto violento, como nos hace ver la perspectiva de la historia, pero creo que también hay signos positivos, en todo el mundo, y en que la tarea de mantener o construir la paz es de todos; de nuestros portavoces (más o menos desautorizados o autorizados) con la palabra, y del resto con el silencio pero siempre con la actitud…
    Un saludo.

  5. Gustavo Lobig

    He leído atentamente el aporte del Sr.Serrano. Me permito explicarlo ante algunos comentaristas: cuando su autor habla de soluciones que a lo largo de la historia, dentro y fuera del conexto español, han empleado «la violencia colectiva, global y aniquiladora» y luego añade que «estamos a tiempo de reflexionar y de implicarnos para que no se vuelvan a repetir ese tipo de soluciones” no se erige en profeta del desastre, sino en voz de alerta que previene, mientras puntualiza que todavía hay tiempo de crear entre todos un mundo mejor, sobre la base del bien común. Y ese bien necesariamente ha de partir de la comunicación efectiva, oportuna, adecuada. Yo soy español, radicado por los momentos en Venezuela, y veo cómo el egoísmo y el afán de lucro la han dividido, deteriorado su riqueza material y humana, incrementado exponencialmente la violencia (al punto que cada fin de semana sólo la morgue caraqueña recibe un promedio de cincuenta asesinados en la capital), destruído la identidad nacional a través de una política populista que ha hecho retroceder décadas a este país. Yo apoyo en Caracas a la Liga Antiviolencia, a la Asociación de DDHH y a un par de fundaciones sin fines de lucro, dirigidas a atender a menores de muy pocos recursos, y lo digo no como exhibicionismo personal de bonhomía, ya que llevo más de veinte años colaborando ad honorem con causas humanitarias de manera anónima, sino como muestra de que las palabras tienen un valor innegable, siempre que se traduzcan en acción y obra para poder generar cambios positivos, tanto a nivel personal como social. Limitarse a hablar y a criticar o a lamentarse, sin prevenir, sin unirse, sin actuar proactivamente, es caer en demagogia o peor aún, en complicidad con los gestores de la oscuridad que lleva siglos intentando controlar la vida humana, pero que no lo ha logrado -ni lo logrará- gracias a esos utópicos prácticos que hablan, crean, fundan, estimulan, actúan. Todo en la vida está sujeto a la Ley del Cambio, incluso lo indeseable, que también termina por pasar. Pero toca a cada quien hacer su parte lo mejor que pueda y sepa, dentro del metro cuadrado que le tocó cultivar en el terreno de la Vida, cuando esa oscuridad toca su pedacito de tierra. Por eso creo y apoyo las palabras y la obra del Sr. Serrano: «Ahora, más que nunca, tenemos que hacer uso del valor creativo y resolutivo de la palabra. Más que nunca. Nos jugamos mucho».
    Un abrazo a todos.

  6. José

    Sr, Serrano:

    Más de un año ha transcurrido desde que se gestó su reflexión. Ha llovido mucho desde entonces, las realidades e irregularidades contextuales, es decir, la social, la política, por supuesto la económico-financiera, la ciudadana, la humana, ha superado con creces los niveles de entonces, y cualquier expectativa de mejora y de construcción en la esperanza -el gran anhelo global- se nos define lejano, irreal, utópico.

    Seguimos ante la incertidumbre, Sr. Serrano, como bien decía vd. Subsistimos como podemos, día a día, a veces minuto a minuto, agarrándonos ya apocados y tristes a lo que tenemos, ya casi sin derecho a la lágrima y el sudor. De vez en cuando, te alcanza durante unos segundos de cada día, o tal vez cada no se sabe ya cuánto, una brizna de rayo que te ilumina, te recarga y te anima a seguir buscando, de entre la maraña de cambios y de crisis y de lucha diaria y de miserias, y por el mero hecho de preexistir esos momentos de gloria y de esperanza, ese camino que debe culminar en esa maravillosa utopía. Momentos como el caminar al amanecer, sin rumbo cierto, y ver la primera sonrisa del día, momentos como la constatación -en un proceso de reflexión y puesta a punto en la relación causa-efecto de la realidad inmediata de flecos de caos y de sinrazón- de extraños y majestuosos movimientos solidarios, organizados de improviso y ante tal o cual circunstancia alarmante, llámese plataformas, organizaciones, asociaciones, reuniones, manifestaciones. Y finalmente ver cuánta fuerza en el grito reivindicador, cuánta profundidad en los actos solidarios del dar/recibir sin interés entre los que menos tienen, y más se necesitan mutuamente, cuánto acto soberano, y cuánto poder y mayor don el de la palabra, como medio que une, que enriquece, capaz si cabe de trascender cualquier realidad, hasta ahora sólo patrimonio humano y muy lejos ya de la verborrea y retórica de los políticos y gobernantes de palabras huecas y sordas.

    Y entre esta rara mezcolanza de situaciones y sorpresas, de aprendizaje y duras sentencias, prescindir de ella, la palabra, para hacerla descansar sólo un poquito y de vez en cuendo, ante tanto uso –también abuso-, y sumergirse en ese mar de silencio, música y poesía, como bien retrataba Olga en su intervención de fecha 13 de Octubre del pasado año.

    Mis felicitaciones a vd. y a todos los comentaristas. Ha sido un placentero recreo y un punto para la reflexión pausada y afable.

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